De uno a otro perfil: breve reseña histórica de la Escuela de Criminología
Viniendo de un perfil que hacía énfasis en la investigación de corte cuantitativo, hoy, con un nuevo pensum de estudios, la Escuela de Criminología de la Universidad de Los Andes, Mérida, Venezuela, ha adquirido un matiz inclinado hacia la búsqueda de propuestas de soluciones al desafío de minimizar daños y riesgos que se derivan de las acciones delictivas o desviadas. Por tanto, sin descuidar los grandes lineamientos teóricos existentes en el área, tratados extensamente a lo largo de las asignaturas, busca atender la praxis de la criminología en el propio campo de trabajo, es decir comunidades, organismos públicos o privados vinculados al control social. Esto se expresa en el cambio dado por la Escuela, desde la presentación de tesis como trabajo final de sus estudiantes, hacia la presentación de un informe final de pasantías, rendido en el último período del ciclo de estudios y donde el estudiante plasma sus experiencias pre-profesionales adquiridas in situ.
Fundada en 1992 con el empeño y la acción del profesor David Delgado Iturriza, sus primeros estudiantes recibieron su clase inicial en el Paraninfo del Alma Mater, en diciembre de ese año, merced al profesor Luis Gerardo Gabaldón, quien estuvo a cargo. No obstante el acto solemne de instalación, con una clase magistral a cargo del siempre criminólogo Elio Gómez Grillo, fue el 15 de febrero de 1993, en el salón de la biblioteca central de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Para esa ocasión irrepetible y por siempre recordada, la Escuela contó con la asistencia del rector Miguel Rodríguez Villenave, del para aquel momento decano, el profesor Andrés Eloy León Rojas y del rector de rectores Pedro Rincón Gutiérrez, quien en el mismo acto recibiría un reconocimiento.
Aparte de su propio fundador y primer director, quien por este rol merece mención especial, sus primeros docentes lo fueron: Diego Zambrano Nieto, Christopher Birkbeck, Johnny Amorer Reyes, Elsa Spinetti, Luis Gerardo Gabaldón, José F. Martínez Rincones y Héctor Delgado Tarff. Pero también hemos de mencionar a la profesora Lolita Aniyar de Castro, quien coadyuvó a dar forma a la obra y dictó clases.
Fue una época donde por insuficiencia de espacio físico, la Escuela, de la mano de su director, hubo de rendir sus clases en aula prestada, en predios del núcleo La Hechicera mantenida impecablemente por cierto, en la primera sede de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales.
En 1993 se dieron los primeros concursos; y surgió el segundo grupo de profesores. Fue también el momento de la mudanza para la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas, donde tiene su sede actualmente. Otros concursos se sucedieron progresiva y exitosamente, ampliándose el número de sus profesores y profesoras, quienes hoy, a la cabeza de unos 300 estudiantes que alberga, atienden las diversas áreas de conocimiento tratadas en sus cátedras.
A lo largo de estos veinte años ha tenido como directores a los ya mencionados Diego Zambrano y José F. Martínez Rincones; también fue su director el profesor Aubín Urdaneta y hoy día cuenta con la conducción del profesor Juan Antonio Rodríguez, quien, valga el paréntesis, se cuenta como primer criminólogo egresado de la ULA y por tanto de Venezuela, ya que es la Escuela, la única en el país en ofrecer tales estudios a nivel de pregrado.
Por intermedio de su personal académico cuenta con varias líneas de investigación, a lo largo de las cuales se evidencia la existencia en su seno, de las dos más importantes posturas del conocimiento reflejadas en la actualidad en el mundo entero: el paradigma cuantitativo y el paradigma cualitativo, en procura de egresar profesionales capaces de brindar asesoría criminológica tanto individual como institucionalmente. Ahora es una importante referencia de docencia e investigación tanto dentro como fuera de la Universidad de Los Andes.
De uno a otro perfil: breve reseña histórica de la Escuela de Criminología, Mérida, 2012, fue realizada por el profesor
J. M. Salcedo Picón,
con la colaboración del profesor Juan Antonio Rodríguez
y del señor Argenis Dugarte.
